Algunas veces te miro y trato de imaginar lo que hubiera sido de mi vida sin tí. Y es difícil porque casi desde que recuerdo tú estás presente.
Nos conocimos de niños ¿Te acuerdas? El día en el que llegó el camión con todas vuestras cosas y bajaste al mismo tiempo que el viejo sillón verde de tu abuelo, y me miraste con esos ojos glaucos que tanto me han admirado siempre. Sonreiste con picardía al ver mis trenzas tiesas de puro apretadas y pude sentir el tirón que me dio tu pensamiento. Y en aquel momento quedamos irremediablemente unidos por un hilo invisible pero irrompible. Y desde entonces hemos estado juntos, excepto cuando hiciste el Servicio Militar, que te destinaron lejísimos y nos escribíamos todos los días unas largas cartas en las que no decíamos nada y nos lo decíamos todo.
Y otra vez más, cuando perdimos la tienda y nos llenamos de deudas y tú te fuiste, como muchos españoles, camino de un trabajo fuera que nos pudiera ayudar a sacar la cabeza del agua de nuevo. Y aquí me quedé yo, porque teníamos a Martita y venían dos en camino y yo no podía viajar. Aguantando a tu madre y a la mía, que no sé cuál de las dos era más pesada.
¡Cuántas cosas hemos pasado juntos, querido mío, cuántas risas y cuántas lágrimas!
Todavía puedo sentir tus brazos, tu boca posesiva, tu risa queda en mi oído, tu piel en mi piel.
Me dijeron que era como si fueras desconectando poco a poco. Que no sufrías, que no te enterabas de lo que te sucedía." Ya sabe usted", decían, "este mal es piadoso con los que lo sufren, pierden la capacidad de razonar y recordar y yo le aseguro a usted..."
"No me asegure nada, llevo 75 años mirándome en esos ojos. No hay nada que usted pueda decir que yo no sepa"
Y nos fuimos a casa andando a pasitos lentos, cogidos del brazo.
Y todos los días te siento frente a mí, en tu sillón preferido desgastado por el tiempo, y yo hago delante de tí las trenzas que tanto te gustaba deshacer y me miro en tus ojos como siempre lo he hecho, y digan lo que digan, todavía de vez en cuando, muy de vez en cuando, siento esa mirada pícara sobre mi y ese tirón de pelo que aquella vez, tanto tiempo atrás, no te atreviste a dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario